Conocido por su apodo, la Diosa, Déesse en francés, fue una sensación desde el mismo momento en que se presentó en el Salón del Automóvil de París en 1955. Sólo el primer día de la exposición se hicieron 12.000 pedidos.
El domingo pasado por la mañana, cientos de esos vehículos de toda Europa desfilaron por el centro de París.
Las Diosas que pasaron por el Arco del Triunfo eran de diversos colores y hechas en años diferentes, pero a todas las distinguía su cuerpo elegante, sus afiladas ventanas traseras, sus intermitentes de la era espacial y ese capó que parece saltar hacia adelante y hacia arriba como una ola.
Futurista
El diseñador italiano Falminio Bertoni y el ingeniero francés André Lefèbvre las crearon para Citroën en los años austeros de la posguerra.
No sólo se trataba de su belleza estética, con su tablero de mandos futurista y su extraordinario volante de un solo radio, que florecía del árbol de dirección.
También su tecnología se adelantaba mucho a su tiempo, en especial su famosa suspensión hidroneumática, que sustituía a los resortes mecánicos tradicionales por líquidos y válvulas.
Durante los 20 años que se fabricó, se vendieron cerca de medio millón de Diosas.
Como por inspiración divina, Charles de Gaulle las escogió para su flotilla presidencial.
En 1962 una Diosa le salvó la vida cuando trataron de asesinarlo en las afueras de París y el auto logró mantener su estabilidad, a pesar de que dos de sus neumáticos habían sido agujereados por las balas.
A medio siglo de su creación, los franceses miran al Citroën DS con orgullo y también con un poco de nostalgia por una época de amor propio nacional, que aparentemente hace mucho dejó de existir.
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