LA NACION: El ambiente de los piques
Publicado: 26 Mar 2009 09:41
PRIMERA FILA
El ambiente de los piques
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ C. | jorodriguez@nacion.com
Periodista
Debo confesar que el lunes por la noche, cuando fui a los piques de La Guácima, no estaba muy seguro de qué esperar, aunque sabía, por comentarios que me habían hecho, que al final de la jornada serían muchos los asistentes al lugar.
Junto a mi compañera fotógrafa Eyleen Vargas y Renger Infante, encargado de prensa de Promotor, recorrimos la zona de pits y llegamos al inicio de la recta principal, donde habían motos listas para tomar la salida.
Y no crea que eran motocicletas alteradas o las llamadas pisteras, no señor, eran motos como las que todos los días vemos en la calle, usadas por el mensajero, el mecánico o el que simplemente prefiere las dos ruedas.
Eran motos viejas, nuevas, de todas las marcas, mas eso sí, todas bien afinadas para cuando el semáforo se pusiera en verde.
Allí, en la noche de piques, no hay diferencias sociales ni de nada, simplemente existe el gusto por “echarse” con otro que también siente la adrenalida cada vez que acelera su máquina.
Por ello es que usted ve tanto motos nuevas contra motos viejas, motos nitradas y las famosas “brasas”, que son esas que queman no solo por su potencia, sino también porque a veces no se sabe cuál es la procedencia.
En el caso de los carros la situación es la misma, aunque sí noté que la mayoría de los que llegaron estaban muy bien “seteados”.
Es consabido que el tico gusta de andar “bien montado”.
Dejando de lado las carreras, el ambiente que se genera alrededor de los piques en La Guácima es otro punto bastante interesante.
A diferencia de lo que muchos pueden creer, el lunes no vi ni borrachos ni pandilleros ni mal portados, que es lo que, en un principio, uno cree esperar.
Caminando por el espacio de pits miré vehículos estacionados, escuché rock y degusté de un refresco mientras los picones se “echaban” en la recta principal.
Es cierto que es de noche, y que es poco lo que se puede observar, pero en los piques nocturnos las luces del semáforo y las de los autos son una combinación que genera más expectativa, y, por ende, mayor emoción.
No falta quién falle una marcha y sea silbado, así como tampoco faltan las mujeres atractivas.
En fin, este lunes, en la recta de La Guácima, no solo me quedó claro que los piques bien controlados son una opción segura para los fiebres, sino que el ambiente a su alrededor no es de perdición, sino más bien de fiesta sana y emociones, como tiene que ser.
El ambiente de los piques
JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ C. | jorodriguez@nacion.com
Periodista
Debo confesar que el lunes por la noche, cuando fui a los piques de La Guácima, no estaba muy seguro de qué esperar, aunque sabía, por comentarios que me habían hecho, que al final de la jornada serían muchos los asistentes al lugar.
Junto a mi compañera fotógrafa Eyleen Vargas y Renger Infante, encargado de prensa de Promotor, recorrimos la zona de pits y llegamos al inicio de la recta principal, donde habían motos listas para tomar la salida.
Y no crea que eran motocicletas alteradas o las llamadas pisteras, no señor, eran motos como las que todos los días vemos en la calle, usadas por el mensajero, el mecánico o el que simplemente prefiere las dos ruedas.
Eran motos viejas, nuevas, de todas las marcas, mas eso sí, todas bien afinadas para cuando el semáforo se pusiera en verde.
Allí, en la noche de piques, no hay diferencias sociales ni de nada, simplemente existe el gusto por “echarse” con otro que también siente la adrenalida cada vez que acelera su máquina.
Por ello es que usted ve tanto motos nuevas contra motos viejas, motos nitradas y las famosas “brasas”, que son esas que queman no solo por su potencia, sino también porque a veces no se sabe cuál es la procedencia.
En el caso de los carros la situación es la misma, aunque sí noté que la mayoría de los que llegaron estaban muy bien “seteados”.
Es consabido que el tico gusta de andar “bien montado”.
Dejando de lado las carreras, el ambiente que se genera alrededor de los piques en La Guácima es otro punto bastante interesante.
A diferencia de lo que muchos pueden creer, el lunes no vi ni borrachos ni pandilleros ni mal portados, que es lo que, en un principio, uno cree esperar.
Caminando por el espacio de pits miré vehículos estacionados, escuché rock y degusté de un refresco mientras los picones se “echaban” en la recta principal.
Es cierto que es de noche, y que es poco lo que se puede observar, pero en los piques nocturnos las luces del semáforo y las de los autos son una combinación que genera más expectativa, y, por ende, mayor emoción.
No falta quién falle una marcha y sea silbado, así como tampoco faltan las mujeres atractivas.
En fin, este lunes, en la recta de La Guácima, no solo me quedó claro que los piques bien controlados son una opción segura para los fiebres, sino que el ambiente a su alrededor no es de perdición, sino más bien de fiesta sana y emociones, como tiene que ser.
