Hace 40 años, en 1974, cuado se inauguró el autódromo La Guácima y apenas el automovilismo de circuito empezaba a nacer en forma profesional, apareció un deporte ines-peradamente en ese amplio centro deportivo motorizado.
Pero curiosamente, no fue ninguna asociación deportiva que arrancó con lo que se llegó a llamar autocross.
No, fueron los “mordidos” representantes de las marcas de vehículos de doble tracción, que al principio, allá por los meses de setiembre y octubre, descubrieron el famoso barro negro que llenaba la mayoría de la superficie del autódromo.
Y cuando llovía, se convertía ese barro en algo terrible por flojo y profundo, al extremo que con solo pararse en él, las personas se hundían hasta las rodillas o más. Muchos perdieron sus zapatos y hasta las botas porque no era posible sacarlo de la profundidad.
Pues bien, lo que pasó fue que los representantes de las marcas doble tracción lo descubrieron y empezaron a probar su vehículos los sábados, en la parte norte de La Guácima que fueron los parqueos en los últimos años –ya eliminados- que fue el lugar más cómodo.
Pero resultó que los dueños de las marcas, para darse codo a codo, y demostrar que sus autos eran más fuertes que los demás en ese insoportable barro, iniciaron una “mordida” que fue formidable. La gente llegaba a ver los “pleitos” sabatinos de 4×4.
Así nació el autocross –nombre que consideramos lo inició “Nano” Fernando Robert (de muy grato recuerdo y gran participante de las famosas “carreras” del barro) y surgió una rivalidad entre las marcas –Toyota, Range Rover, Suzuki, Jeep, Lada, Daihatsu, DKW, Nissan y otras marcas con combustible diesel y gasolina- que primero que nada, sus pilotos aprendieron a competir en ese terrible nbarro que hizo que la Asociación Costarricense de Automovilismo, (ACEA) decidió aceptar como deporte al autocross y hacer un campeonato oficial a finales del año 1974.
Fue un deporte que trajo cientos y cientos de fanáticos al autódromo, que no les importaba hundirse hasta la nariz en el barro con tal de disfrutar del autocross.
Los 4×4 en cada carrera se hundían en el barro, se volcaban, chocaban, se salían de la pista hasta el público, que era lo que hizo de este deporte quizas uno de los gustados por el publico y corriera después por todo el páis.
San Carlos, Pérez Zeledón, Tilarán, Patarrá y otros tantos lugares, hicieron famoso este deporte y sus pilotos.
El primer campeón nacional –categoría libre- fue Jorge Ross, con Toyota Land Crucier. Para 1975 fue Enrique Saborio con un Jeep CJ7 Laredo.
Un punto vital que hizo que el autocross creciera muy rápidamente, fue el hecho de la construcción –en Costa pica- de unas llantas especiales llamadas arroceras, que fueron hechas con un taco muy alto para romper el barro. Esa fue una idea de “Nano” Robert, que se le ocurrió, pues las llantas corrientes, con las que se iniciaron las “mordidas”, no servían para corer en barro guacimeño. Una empresa nacional (Trac-Taco) decidió hacerlas y resultaron excelentes y así el autocross fue un total éxito.
Lamentablemente, para el año 2007, por situaciones económicas, fueron eliminadas para seguir corriendo con las normales, las cuales no sirvieron y eso trajo, como consecuencia, la desaparción de un deporte que tenía miles de seguidores.
Aún recordamos nombres de pilotos que hicieron historia en este deporte como Jorge Ross (de grato recuerdo), Enrique Saborio, Fernando Robert, Domingo Flaque, Luis Vargas (LUVA) varias veces campeón, Rafael Zamora, José Méndez, Arturo “Pity Robert, Mario Naranjo, Danilo Castrillo, Orlando Echeverría, Marco Tulio Saborio, Roy Valverde, Miguel Araya, Franklin Monge, Johny Brealy, Daniel Jiménez, Dr. Victor Alvarez, Oscar Arguedas, Salomón Hernádez, José Antonio Flaque, Neftalí Fallas, Carlos Carpió, y entre ellos el lider de los campeonatos el sancarleño Marvin Corrales y Rigo Mora.






