El auto no ha aguantado su ritmo. Sainz es famoso en el Dakar por inyectar una alta velocidad de crucero al rally más importante del mundo. Carlos fichó por el equipo buggy de Al Attiyah y sabía que el coche lo pasaría mal cuando él aplicara todo el acelerador. Es un coche muy bueno para las dunas, pero inferior a los Mini y a los Toyota en las rectas. Después de comenzar el raid con victoria, Carlos ya perdió tres horas cuando una fuga de gasolina le dejó fuera de combate en plena carrera. Desde entonces quería continuar, ganar etapas, adelantar posiciones en la clasificación (estaba en la vigésima tercera) y ayudar al qatarí que le fichó para el equipo Buggy Qatar. Pero el coche le ha dicho basta. El madrileño intentó forzar la máquina en la etapa de hoy, Arica-Calama, en territorio chileno. Una jornada con 438 kilómetros cronometrados y 291 de enlace. El campeón deseaba sacar todo el juego al buggy para mejorar puestos. Y la mecánica no lo soportó.
En el kilómetro 179, el motor se rompió. Sainz esperaba la llegada del camión de asistencia para ver si conseguían un arreglo que le permitiera continuar. Era muy difícil. Ha tenido que abandonar.
agencias