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Señales de deterioro que nos alertan que debemos cambiar los neumáticos

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Hay que tener en cuenta que un neumático desgastado por debajo del límite legal, e incluso antes, deja de cumplir su función y pone en peligro nuestra seguridad y la de los demás, ya que el agarre disminuye y aumenta la distancia de frenado, multiplicándo el riesgo de sufrir patinazos o el temido aquaplaning. Por otro lado, además de ser un peligro para la seguridad vial, circular con neumáticos en mal estado se traduce en un gasto extra de combustible y más emisiones de CO2 a la atmósfera.

La vida útil de un neumático comienza a partir de su instalación en el vehículo. Estos deben ser sustituidos cuando se desgastan, sin embargo, es algo que varía mucho en función de diversos factores: su diseño, los hábitos del conductor, el clima, las condiciones de la carretera y los cuidados que se dispensan al neumático. Por eso, es importante que revisemos su estado periódicamente para comprobar cómo se encuentran y reemplazarlos por otros nuevos si es el caso.

A continuación detallamos las cuatro señales de desgaste o deterioro que pueden evidenciar la necesidad de realizar el cambio de neumáticos en nuestro auto:

1. Cuando la banda de rodadura del neumático es inferior a 1,6 mm:
El funcionamiento óptimo de los neumáticos está íntimamente relacionado con la profundidad de su banda de rodadura, cuya función principal es la de desviar el agua de debajo del neumático para mejorar la tracción y evitar el aquaplaning. La profundidad mínima legal de la banda de rodadura para todos los neumáticos de turismos en Europa es de 1,6 mm. Si los surcos están a menos profundidad, significa que el neumático debe de reemplazarse inmediatamente. No obstante, es recomendable no apurar tanto el desgaste de la banda de rodadura y sustituirlos cuando la profundidad sea inferior a 3 milímetros, a más desgaste mayor es la distancia que necesitaríamos para frenar.

Para comprobar su desgaste lo ideal es tener un profundímetro, una herramienta pequeña a la venta en talleres o centros de automóviles por un módico precio, que nos permite medir con precisión la profundidad exacta de las ranuras de los neumáticos en diferentes lugares de su superficie.

2. Cuando los neumáticos sufren un pinchazo o cualquier daño grave:
A pesar de la naturaleza robusta de los neumáticos, los pinchazos son en algunas ocasiones desafortunadamente irremediables. Si esto sucede, debemos repararlo o reemplazarlo de forma urgente. Otros daños que pueden afectar gravemente a nuestros neumáticos son los golpes contra baches, bordillos u otros elementos que podemos encontrar por la carretera. Si tras algún impacto de este tipo los neumáticos de nuestro vehículo presentan alguna deformación evidente, como abultamientos, rozaduras, grietas o pliegues en las gomas también será necesario cambiarlos, ya que su integridad estructural se habrá visto afectada, lo que aumenta en gran medida la probabilidad de un fallo repentino o un reventón.

3. Cuando neumático evidencia un desgaste anormal en la banda de rodadura:
Si observamos un desgaste asimétrico (grandes diferencias en neumáticos del mismo eje), desgaste en el centro o bien desgaste en los bordes de la banda de rodadura, son síntomas evidentes y fáciles de detectar que probablemente se deban a un problema mecánico, como un fallo de balance, alineamiento, transmisión o suspensión. Pero también puede estar relacionado con el hecho de que hayamos estado circulando a una presión inadecuada. Se recomienda revisar la presión recomendada por el fabricante del auto por lo menos una vez al mes, y siempre antes de un viaje largo. La información sobre la presión no aparece en los neumáticos, sino en el manual de usuario del vehículo, o en el lateral de la puerta del conductor, o en el interior de la tapa del depósito de combustible.

4. Cuando notamos vibración en el volante:
Las vibraciones son uno de los problemas más molestos a los que un conductor puede enfrentarse. En parte porque su aparición no es a poca velocidad, sino todo lo contrario. Lo más frecuente es que se detecte a partir de los 90 km/h, agravándose el problema conforme se va aumentando la velocidad, lo que sin duda puede hacer que el conductor se asuste y pueda suponer un peligro de seguridad. Cuando nos vibra el volante el origen de esas molestas vibraciones suele estar en la mayoría de ocasiones relacionadas con los propios neumáticos. El mal alineado de los neumáticos, por ejemplo, provocará que estos no se apoyen correctamente y rueden de forma óptima. Este problema es visible fácilmente si hay un desgaste prematuro de los neumáticos en la banda de rodadura o directamente tenemos alguno sensiblemente deformado.

Si detectamos cualquiera de estos síntomas ha llegado el momento de cambiar nuestros neumáticos, por ello es muy importante que prestemos atención a su comportamiento mientras conducimos.

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