
Las nuevas normas estadounidenses de seguridad podrían ser un auténtico desastre para las finanzas de Bugatti. De verse obligado a cumplirlas, el fabricante debería rediseñar el Veyron, haciendo subir su precio más de 125.000 dólares por encima del actual.
En una carta dirigida a la Administración Nacional de Seguridad de Tráfico en las Carreteras de Estados Unidos (NHTSA por sus siglas en inglés), el presidente de Bugatti, Thomas Bscher, señala que la necesidad de incluir airbags inteligentes (capaces de distinguir entre un pasajero adulto y un niño sin cinturón de seguridad) podría forzar el cierre de la compañía, citando el efecto dominó producido por un costoso rediseño del modelo actual, los cortes en la producción y el retraso en el lanzamiento de su próximo modelo.
Bugatti no es el único fabricante minoritario que ha solicitado una exención; Lamborghini, Maserati, Spyker, Lotus y Morgan también quieren evitar a toda costa tener que modificar sus airbags. No hace mucho Ferrari se enfrentó exactamente al mismo problema, pero sus súplicas fueron escuchadas y fue "perdonada" de forma excepcional.
Si la NHTSA finalmente concede dos años de gracia a Bugatti para adaptarse a la nueva reglamentación, solo 150 unidades destinadas al mercado estadounidense se verán afectadas antes de tener listo el modelo revisado, que presumiblemente sí incluirá airbags inteligentes.
El caso de Lamborghini, también del grupo Volkswagen, no es tan funesto, pero ya ha advertido de que de prohibirse la venta del Murciélago en Estados Unidos, sus resultados previstos para el año que viene podrían pasar de 1,3 millones de euros de beneficios tras impuestos, a unas pérdidas de 4,7 millones de euros. La próxima generación (prevista para 2009) cumplirá con todos los requisitos.