Accidente de Tito Bessone - TC 2000

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Este accidente corresponde al año 1998, en el autódromo de San Juan -

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Fue la piña más grande de mi vida. Gracias a Dios y a la buena estructura del auto, no me paso nada. Tranquilo, pero sin que su rostro pudiera ocultar las huellas del momento de tensión y dramatismo vividos minutos atrás, Ernesto Bessone le definió así a Clarín el espectacular accidente que a dos vueltas del final de la segunda carrera estremeció a todo el Zonda. Sentado en una camilla de la Clínica Móvil del doctor Rodolfo Balinoti, esa que tantas discusiones le costó a los pilotos para conservarla en las carreras, Tito marcaba los números del celular que su amigo Nacho Palacios le acercaba. Su obvio objetivo era tranquilizar con su palabra a su familia, que estaba en Buenos Aires, adonde viajó en avión por la tarde.La morbosa curiosidad que provoca todo accidente se vió reflejada una vez más en ese gentío que se agolpó alrededor de la clínica. Incluso un desubicado padre le indicó a su pequeño hijo Miralo a Tito, justo en el momento en que la camilla con Bessone subía por la rampa de la clínica y no se conocía su estado.Tras la revisación, los doctores Balinoti y Bressi coincidieron en la inexistencia de lesiones oseas, al punto que se desechó la colocación de un cuello ortopédico. A su vez, Tito reafirmó la lucidez que mostró en todo momento, al relatar de esta manera el terrible momento.Venía con un problema en la caja y se saltaban los cambios. Por eso tenía una mano sobre la palanca y otra sobre el volante, que con la dirección hidraúlica no era sencillo llevar. Al llegar a una curva a la derecha, el auto mordió un pianito, se desacomodó y enseguida empezó a dar vueltas. Realmente no paraba másFueron siete las vueltas que el Neón dio desde que se descontroló en el comienzo de la zona debajo del puente hasta que luego de tocar el muro terminó su cabriola en el final de ese sector y con las ruedas hacia arriba. Bessone salió por sus propios medios del destrozado auto, aunque enseguida se tiró al piso para recibir las primeras atenciones. La espectacularidad del accidente asustó también a sus colegas. Por eso, varios, tras la vuelta de honor, se detuvieron en el lugar para ver cómo estaba Tito. Uno de los primeros fue Traverso, en un loable gesto que, como correspondía, dejó atrás la rivalidad que los separa dentro y fuera de la pista. Bessone terminó así dramáticamente un fin de semana que permanentemente lo vio andar sobre los límites del auto. Algo que el Zonda pocas veces perdona, incluso a quienes como Tito lo domaron varias veces.